Félix María
de Samaniego (1745-1801)
Adornada
cada fábula con una estampa: arregladas por Rodríguez, pintor; y grabadas por
los Vázquez, Martí, Albuerne y Rodríguez.
Edición: 1804,
Imprenta de Vega y compañía.
Idioma: castellano
Ya desde
pequeña, vivía empapada de estas fábulas, que dulcemente me eran contadas por
mi padre. ¡Cuántas veces le habré escuchado recitando estas poesías! Y todavía
hoy en día, sigue recordando al detalle cada palabra, cada silencio, cada
entonación… ¡qué memoria! Es maravilloso el recuerdo que me trae el leerlas, y un
verdadero placer poder seguir escuchándolas de voz viva por parte de mi padre.
Me permito
el lujo de reseñarlas en el blog para que continúen vivas en la memoria de
todos los que las hemos disfrutado.
En la rama de un árbol,
Bien ufano y contento, Con un queso en el pico,
Estaba
el señor Cuervo.
Del
olor atraído
Un
Zorro muy maestro,
Le
dijo estas palabras,
A
poco más o menos:
«Tenga
usted buenos días,
Señor
Cuervo, mi dueño;
Vaya
que estáis donoso,
Mono,
lindo en extremo;
Yo
no gasto lisonjas,
Y
digo lo que siento;
Que
si a tu bella traza
Corresponde
el gorjeo,
Juro
a la diosa Ceres,
Siendo
testigo el cielo,
Que
tú serás el fénix
De
sus vastos imperios.»
|
Al
oír un discurso
Tan
dulce y halagüeño,
De
vanidad llevado,
Quiso
cantar el Cuervo.
Abrió
su negro pico,
Dejó
caer el queso;
El
muy astuto Zorro,
Después
de haberle preso,
Le
dijo: «Señor bobo,
Pues
sin otro alimento,
Quedáis
con alabanzas
Tan
hinchado y repleto,
Digerid
las lisonjas
Mientras
yo como el queso.»
Quien oye aduladores,
Nunca espere otro premio.
|
¡Qué recuerdos!Me encantaban estas fábulas. Es una pena que se pierda la costumbre de leerlas a los niños porque se aprende mucho de ellas.
ResponderEliminar